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Últimamente, se suceden los episodios, más o menos continuos, de sequías recalcitrantes y de inundaciones y lluvias torrenciales.
En los primeros, vemos a la administración buscando con urgencia soluciones más o menos imaginativas para conseguir agua de forma rápida, a la vez que establece regímenes de restricciones al consumo en todos los sectores económicos.
Durante los episodios de lluvias torrenciales, a veces provocando terribles inundaciones, los esfuerzos se dirigen, de forma reactiva, a paliar los efectos de estas.
Sin embargo, ¿no se debería estar actuando a nivel de planificación urbanística, tanto de zonas ya urbanizadas como de nuevas propuestas, para establecer la gestión del agua como uno de los aspectos más significativos a tener en cuenta, adaptándola al nuevo paradigma?
Siete de las diez cuencas con mayor estrés hídrico de la Unión Europea están en España, según la Agencia Europea del Medio Ambiente. Mejorar la eficiencia en la gestión del agua es la única manera de hacerle frente y esto pasa por considerarla parte de la gestión municipal urbana y, con ello, integrarla en los planes de desarrollo urbanístico, ya desde sus fases iniciales.
Prevenir los problemas es mucho más eficiente y rentable que corregirlos. Todos los nuevos planes de desarrollo y los de reurbanización deberían llevar asociado un estudio hídrico (además del hidrológico) con un sistema integral de gestión del recurso asociado a su sostenibilidad en el tiempo, teniendo en cuenta el cambio climático, que ya nos está afectando de manera clara.
Un problema asociado a llevar a cabo esta planificación está en materia de competencias. Así como las planificaciones urbanísticas y gestión del suelo están en manos municipales, la gestión hídrica en general y la planificación del uso del agua es competencia de los organismos de cuenca, dependientes de la Administración Central del Estado.
Sin embargo, los usos del suelo van ligados a los usos del agua y por ello la planificación debe hacerse necesariamente de forma conjunta.
No me extenderé ahora en la importancia del agua para la vida, es bien sabido. Tampoco en quién consume más o menos agua. Cada sector utiliza el agua que necesita para su actividad y debe hacerlo con mesura y eficiencia. Nos centraremos a continuación en los aspectos que debemos tener en cuenta en la planificación urbanística con respecto al agua, su procedencia, calidad y cantidad, su uso y su gestión eficiente y sostenible.
Principales factores que considerar en la gestión del agua
La mayoría de los artículos científicos coinciden en señalar que la crisis sin precedentes en la que nos encontramos hoy no es tanto una consecuencia de la escasez de agua (mayor por el evidente cambio climático), sino por una deficiente gestión de los recursos hídricos de los que disponemos en cada lugar. En particular en las ciudades, los servicios de abastecimiento y saneamiento son muy irregulares y con cobertura desigual, lo que incrementa las desigualdades entre países y economías desarrolladas o no.
Las diferentes tecnologías desarrolladas para el reciclaje y la reutilización del agua están ya ampliamente probadas y utilizadas. Como consecuencia, podemos afirmar que el reciclaje puede hacer subsistir ciudades enteras durante largos períodos de tiempo con una muy mínima aportación de agua. Todo depende de cómo se gestione la demanda en los distintos usos requeridos.
Por otro lado, los sistemas de información, tanto geolocalizados como no geolocalizados, permiten disponer en tiempo real de datos concretos de todas las variables necesarias para poder hacer una gestión eficaz del ciclo hídrico de forma integral y bidireccional.
El diseño de las infraestructuras urbanas debe contemplar la gestión eficaz del agua y su ciclo completo, por lo que debe integrarse obligatoriamente como parte de la ordenación urbanística. Asimismo, la regulación y reglamentación del uso del agua debe extenderse de forma que aglutine todos los aspectos a los que afecta en la ciudad y su entorno, integrando la gestión del agua de lluvia, el tratamiento del agua superficial y subterránea, las redes de distribución, la recogida de agua residual y su tratamiento, la recirculación, regeneración y reutilización.
El agua se ha considerado siempre como un recurso ilimitado, ya que el ciclo hídrico natural la renueva continuamente. Sin embargo, ese concepto debe cambiar en función de su gestión como factor determinante para poder seguir siendo producida en cantidad y calidad necesaria para cada uso. Así, su gestión eficiente es hoy un factor determinante en todos los procesos relacionados con la ciudad.
Anna María Oliver
Anna María Oliver es ingeniera química y project manager en Sener. Cuenta con una dilatada experiencia en gestión del agua, estrategia medioambiental, ingeniería e instalaciones. Ha trabajado durante más de 30 años en el desarrollo de proyectos en estos campos, comenzando en puestos técnicos y, durante 18 años, en puestos directivos.